Los alimentos acuáticos, tanto de la pesca como de la acuacultura, deben ocupar un papel central en las estrategias globales contra el cambio climático, según un nuevo informe técnico de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). El documento subraya que estos alimentos no solo son esenciales para la seguridad alimentaria mundial, sino que también representan una oportunidad clave para avanzar hacia sistemas alimentarios de bajas emisiones.

La FAO destaca que, en 2023, la pesca produjo 90,4 millones de toneladas de animales acuáticos y generó $154.000 millones, apoyando directa o indirectamente a 500 millones de personas, sobre todo en países en desarrollo. Sin embargo, este sector se encuentra entre los más vulnerables frente al calentamiento global.

A diferencia de otros alimentos de origen animal, los productos provenientes de los ecosistemas acuáticos poseen una huella de carbono significativamente menor, particularmente en la pesca artesanal, donde predominan prácticas no motorizadas y consumos locales.

No obstante, el cambio climático ya está alterando la disponibilidad de especies, degradando ecosistemas críticos y reduciendo la productividad de flotas y comunidades pesqueras. La FAO advierte que, bajo un escenario de altas emisiones, los stocks comerciales podrían disminuir más del 10% para 2050. Si el calentamiento se limita a 1.5–2 °C, la caída sería mucho menor.

El informe propone tres líneas prioritarias para que los países incorporen a los “blue foods” en sus estrategias climáticas:

1. Gestión sostenible y adaptativa de las pesquerías

La agencia recomienda sistemas de manejo más flexibles y basados en ciencia, capaces de ajustarse a los cambios en la distribución y productividad de las especies. Esto incluye cuotas multisectoriales, protección de hábitats críticos y cooperación transfronteriza, como el sistema S.A.P.O. desarrollado por Chile, Perú y Ecuador para monitorear condiciones oceanográficas en tiempo real.

2. Reducción de emisiones en la actividad pesquera

El principal aportante de gases de efecto invernadero en el sector es el combustible usado por las embarcaciones. Innovaciones como motores híbridos, rediseño de cascos y uso de energías alternativas podrían reducir entre 4% y 61% las emisiones, dependiendo de la pesquería. La FAO urge además eliminar subsidios dañinos al combustible fósil y mejorar la infraestructura portuaria para la transición energética.

3. Resiliencia y adaptación comunitaria

Las comunidades pesqueras enfrentan riesgos crecientes: marejadas, olas de calor, sequías y pérdida de especies clave. El organismo propone sistemas de alerta temprana, seguros paramétricos —como el programa COAST en el Caribe—, acceso a financiamiento, y alternativas laborales culturalmente adecuadas, especialmente para mujeres y pescadores artesanales.

El informe concluye que fortalecer la pesca y la acuacultura como sectores climáticamente inteligentes no solo ayudará a reducir emisiones globales, sino que será crucial para garantizar la seguridad alimentaria y la resiliencia de millones de personas en un planeta que se calienta rápidamente.