El gobierno de Estados Unidos ha expresado su rotunda oposición al proyecto regulatorio desarrollado por la Organización Marítima Internacional (OMI) destinado a conseguir la neutralidad de carbono en la navegación comercial global para mediados de siglo, denunciándolo como un “impuesto al carbono mundial que perjudica a los ciudadanos estadounidenses”.
Mediante una declaración oficial emitida el 12 de agosto, la administración estadounidense manifestó su rechazo total a esta iniciativa, que había recibido respaldo preliminar de los Estados miembros de la OMI durante las negociaciones de abril. Estados Unidos no solo ha solicitado a las naciones que apoyaron el documento que reconsideren su postura, sino que además ha amenazado con implementar contramedidas si la propuesta obtiene aprobación en los comicios de octubre.
El núcleo de las preocupaciones estadounidenses se centra en las consecuencias económicas “desiguales” que estas regulaciones provocarían en su sector naviero y en los ciudadanos del país. El plan incluye la adopción escalonada de instrumentos financieros y técnicos para disminuir significativamente las emisiones del ámbito marítimo, incorporando tasas sobre carburantes y estándares más rigurosos de rendimiento energético para las embarcaciones.
A pesar de la resistencia norteamericana, múltiples naciones del continente europeo han ratificado su adhesión a la propuesta, acompañadas por Japón y Canadá. Estas naciones sostienen que la transición hacia emisiones cero en el transporte marítimo resulta esencial para alcanzar las metas establecidas en el Acuerdo de París contra el calentamiento global, particularmente dado que esta actividad genera cerca del 3% del total mundial de emisiones de CO₂.
Esta disputa presagia una confrontación diplomática intensa en la próxima reunión de la OMI, donde se evaluará no solamente la determinación política internacional para impulsar la transición ecológica del sector naviero, sino también la habilidad de la comunidad mundial para crear normativas uniformes en una industria vital para el comercio global.
El desenlace de esta votación podría establecer un hito importante en la batalla contra el cambio climático y en la armonización de políticas medioambientales internacionales, en una época donde la colaboración mundial afronta obstáculos geopolíticos crecientes.