En el marco de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Océano (UNOC), que congregó a más de 60 jefes de Estado y de Gobierno de 130 países en Niza, Francia, el Reino Unido y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) presentaron una ambiciosa campaña global para erradicar el trabajo forzoso en la industria pesquera mundial.

La iniciativa coloca en el centro del debate internacional la urgente necesidad de ratificar el Convenio 188 de la OIT, un instrumento legal fundamental para garantizar condiciones laborales dignas a bordo de embarcaciones pesqueras en todo el mundo.

Eric Banel, director general de Asuntos Marítimos, Pesca y Acuicultura de Francia, no escatimó en dureza al describir la realidad del sector: “El trabajo forzado en la pesca existe. Hay personas que pasan meses a bordo de embarcaciones, cobrando salarios ínfimos o directamente sin percibir nada. Es un trabajo inhumano que debemos combatir”.

Para el funcionario francés, el Convenio 188 representa “la herramienta fundamental para prohibir condiciones laborales que rozan la esclavitud moderna”, una problemática que afecta especialmente a trabajadores migrantes en alta mar.

La campaña ya muestra resultados concretos. El pasado 8 de junio, durante los primeros días de la cumbre oceánica, Bélgica y Costa de Marfil anunciaron formalmente su adhesión al convenio, sumándose a los apenas 24 países que hasta ahora habían ratificado esta convención internacional adoptada en 2007.

El Convenio 188 establece estándares mínimos en áreas críticas como salud y seguridad a bordo, períodos de descanso, contratos laborales, repatriación y protección social. Su implementación efectiva busca no solo eliminar abusos laborales, sino también elevar los niveles de sostenibilidad y responsabilidad en una industria frecuentemente caracterizada por su opacidad.

Representantes de la OIT subrayaron que la pesca se encuentra entre las actividades más peligrosas y menos reguladas del planeta. Las condiciones laborales precarias, el aislamiento en alta mar y la ausencia de mecanismos de supervisión efectivos exponen a muchos trabajadores a explotación sistemática, violencia y privación de libertad.

La conferencia también destacó la necesidad de fortalecer la cooperación transfronteriza y mejorar los controles portuarios y marítimos. Francia y Reino Unido, como países promotores de la iniciativa, instaron a los gobiernos participantes a ratificar el Convenio 188 con urgencia y armonizar sus marcos legales con los principios establecidos por la OIT.

“La lucha contra la esclavitud moderna no puede quedarse en palabras. Necesitamos compromisos políticos firmes y medidas concretas”, enfatizó un portavoz del Gobierno británico durante la presentación de la campaña.

El mensaje central de la iniciativa es contundente: no puede existir sostenibilidad oceánica sin dignidad humana. La regularización del trabajo en el mar, particularmente en el sector pesquero, se convierte así en una condición ineludible para la gobernanza responsable de los océanos.

La campaña internacional lanzada en Niza pretende inaugurar una nueva etapa en la gestión oceánica global, enfocada no solo en la protección de ecosistemas marinos, sino también en salvaguardar los derechos fundamentales de quienes viven y trabajan en el mar.