La Unión Europea ha dado un paso decisivo en la lucha contra la contaminación oceánica al establecer límites concretos sobre la cantidad de desechos permitidos en los lechos marinos. Esta medida, aprobada por los Estados miembros, representa un avance crucial en la protección de los ecosistemas submarinos y marca un precedente en la regulación ambiental marina.

Las nuevas restricciones establecen criterios claros y medibles. Para las zonas evaluadas mediante técnicas de arrastre, la normativa exige que no se registre ningún incremento en el volumen de residuos a lo largo del tiempo. Por su parte, en las áreas sometidas a observación visual, el tope establecido es de un máximo de un elemento contaminante por cada 1000 metros cuadrados de superficie.

Inicialmente, estas evaluaciones se llevarán a cabo en zonas marinas con profundidades de hasta 200 metros, aunque existe la perspectiva de ampliar el alcance hacia aguas más profundas en futuras etapas.

Marco normativo y estrategia ambiental

Estos parámetros fueron desarrollados por el Grupo Técnico sobre la Basura Marina dentro del contexto de la Directiva Marco sobre la Estrategia Marina (MSFD, por sus siglas en inglés). La iniciativa se alinea con el Plan de Acción de Contaminación Cero de la UE y complementa resoluciones previas del bloque europeo relacionadas con los límites de residuos en las costas.

Históricamente, la mayor parte de la información sobre desechos en el fondo oceánico provenía de residuos capturados de manera involuntaria en las redes durante faenas de pesca de arrastre. Sin embargo, la diversidad de equipamiento utilizado en distintos países europeos generaba datos poco fiables y difíciles de comparar entre regiones. Además, numerosas áreas submarinas no son accesibles mediante técnicas de arrastre, lo que convierte a los nuevos métodos de observación visual y captura de imágenes en herramientas fundamentales para un monitoreo efectivo.

Para alcanzar estos umbrales, los países miembros deberán implementar medidas específicas dentro de sus estrategias marinas nacionales, tal como lo establece la MSFD. Estas estrategias incluyen tanto la preservación de la biodiversidad como la disminución de todas las modalidades de contaminación marina.

El trabajo técnico continuará desarrollándose en los próximos años, con la posibilidad de establecer restricciones adicionales para los tipos de desechos más perjudiciales y extender las operaciones de monitoreo hacia profundidades mayores, consolidando así el compromiso europeo con la salud de sus océanos.