La administración del atún albacora en el Pacífico Sur ha experimentado un cambio trascendental. La Western and Central Pacific Fisheries Commission (WCPFC), reunida en Manila a principios de diciembre, aprobó nuevas normativas para esta actividad pesquera, una resolución acogida con satisfacción por la Global Tuna Alliance (GTA), organización que reúne a importantes comercializadores del sector. Este avance representa una respuesta largamente aguardada por las embarcaciones pesqueras, los mercados globales y las naciones costeras.
La resolución se produce después de múltiples años de discusiones paralizadas sobre cómo garantizar un horizonte estable para el albacora del Pacífico Sur, especie fundamental para la flota de palangre regional y el abastecimiento mundial de atún.
Manila: el encuentro que cambió el rumbo
La conferencia en Manila (WCPFC22) se perfilaba como una prueba crucial para el organismo. Representantes gubernamentales acudieron con una propuesta respaldada por la Pacific Islands Forum Fisheries Agency (FFA), que exigía un mecanismo de administración transparente y fundamentado científicamente.
Según medios regionales, la Comisión adoptó finalmente un mecanismo calificado como “histórico”, después de extensos períodos de estancamiento. Esta determinación establece por primera vez un esquema predecible para modular el esfuerzo pesquero según parámetros biológicos de referencia, lo cual podría estabilizar la pesquería y disminuir la inestabilidad que experimentaban las flotas.
El liderazgo de los Estados insulares del Pacífico resultó determinante. Estos países impulsaron años de labor técnica y diplomática, demandando que la administración del albacora atendiera sus requerimientos como naciones ribereñas. Durante las deliberaciones emergieron posturas distantes: algunos sectores solicitaban elevar las extracciones para mitigar presiones económicas inmediatas; otros enfatizaban la necesidad de responder ante el descenso de los índices de captura. Las negociaciones fluctuaron hasta el último día, cuando finalmente se concretó el entendimiento.
El albacora del Pacífico Sur constituye el pilar económico de gran parte de la flota regional, alimentando plantas procesadoras locales y grandes cadenas minoristas internacionales. La situación de Samoa Americana ejemplifica esta relevancia: un portavoz explicó que el atún sostiene la principal envasadora local y genera más del 80% del empleo privado. El declive en los índices de captura ha dejado de ser una cuestión técnica para transformarse en un asunto de “supervivencia” económica y social.
En ausencia de normativas de largo alcance, el esfuerzo pesquero ha respondido irregularmente a las fluctuaciones del mercado, provocando importantes oscilaciones en la rentabilidad y en los ingresos tributarios de los Estados insulares. El nuevo mecanismo debería suavizar estas variaciones y proporcionar una trayectoria más predecible.
En las semanas anteriores a la WCPFC22, la Global Tuna Alliance había iniciado la campaña “Anchor Albacore’s Future” para ejercer presión sobre la Comisión. GTA alertaba que, aunque la población no está sobreexplotada, la pesquería atravesaba una situación delicada con márgenes económicos en retroceso.
Con el mecanismo ya sancionado, la atención se traslada hacia su aplicación concreta. Para los asociados comerciales de GTA, la prioridad consiste en disponer de normativas claras que permitan planificar adquisiciones e inversiones con varios años de anticipación. De allí el compromiso de monitorear exhaustivamente el trabajo durante 2026, para que los detalles del acuerdo correspondan a las expectativas del mercado.


