China mantiene un crecimiento sostenido en sus exportaciones pesqueras hacia la Unión Europea, especialmente atún, debido al sistema de contingentes arancelarios autónomos (ATQ) de la UE, que implica una suspensión o reducción completa de aranceles asociados. 

Entre 2020 y 2023, China envió un promedio de 35 mil toneladas anuales de atún a la UE sin pagar impuestos, ofreciendo precios significativamente más bajos que sus competidores.

Las cifras son alarmantes: mientras China vende lomos de atún a $4.200 dólares por tonelada métrica, Ecuador debe mantener sus precios $1.200 dólares más altos, para cubrir los costos asociados al cumplimiento de regulaciones internacionales, especialmente en materia laboral y pesquera.

La situación se agrava por los vacíos en el etiquetado: la normativa actual no exige que las latas de atún indiquen el origen de la captura, lo que impide que los consumidores europeos puedan elegir productos basados en estándares éticos y de calidad.

El impacto de estas prácticas ya es visible en las estadísticas comerciales. Entre 2015 y 2022, China aumentó dramáticamente su participación en el mercado europeo del 9% al 24%, mientras que Ecuador, pese a sus altos estándares de calidad, vio reducida su cuota del 32% al 26%.

La expansión china en el mercado europeo responde principalmente a que su enorme flota pesquera necesita mercados alternativos, dado que el consumo interno de atún en China es bajo. Esta situación, combinada con las subvenciones estatales a su flota y la aplicación de estándares menos rigurosos, está creando un desequilibrio en el mercado que perjudica a productores comprometidos con la pesca responsable, como Ecuador.

Los expertos del sector señalan que esta competencia desleal no solo afecta a los productores que cumplen con las regulaciones internacionales, sino que también podría comprometer la sostenibilidad a largo plazo de la industria atunera global.