En el escenario global actual, donde las relaciones comerciales internacionales son fundamentales para el desarrollo económico de las naciones, Ecuador se encuentra en una posición crucial. El Acuerdo Comercial firmado con la Unión Europea no es solo un logro diplomático, sino una piedra angular para nuestro futuro económico que demanda nuestra máxima atención y compromiso.

Es imperativo que nuestro país cumpla meticulosamente con cada cláusula y compromiso establecido en este acuerdo. La responsabilidad que hemos asumido al firmar este pacto comercial con uno de los bloques económicos más poderosos del mundo no puede tomarse a la ligera. Cada acción, cada decisión que tomemos en relación con este acuerdo, debe ser considerada con la mayor seriedad y visión a largo plazo.

Más allá del mero cumplimiento, es esencial que mantengamos una vigilancia constante y rigurosa. Debemos estar alertas ante cualquier intento, por sutil que sea, de actores internos o externos que busquen influir en la toma de decisiones de manera que pueda socavar los beneficios o la integridad del acuerdo. La soberanía económica de Ecuador y los intereses de nuestros ciudadanos deben ser la prioridad absoluta.

Los beneficios que este acuerdo ha traído a Ecuador son innegables. Desde su implementación, hemos visto un aumento significativo en nuestras exportaciones, la creación de nuevos empleos y la apertura de oportunidades para nuestros empresarios en el mercado europeo. Estos logros no son solo números en un informe; representan mejoras tangibles en la vida de miles de ecuatorianos.

Es crucial implementar un sistema robusto de evaluación y seguimiento continuo. Este acuerdo no debe ser visto como un logro estático, sino como un instrumento dinámico que requiere una revisión constante para asegurar que sigue sirviendo a los mejores intereses de nuestro país. Debemos estar preparados para adaptarnos a las cambiantes circunstancias del comercio global y asegurar que el acuerdo evolucione de manera que continúe beneficiando a Ecuador.